Más allá de la eficiencia energética

En 1994, hubo un corte en el suministro eléctrico en la ciudad de los Ángeles debido a un terremoto. Los servicios de emergencias recibieron numerosas llamadas en las que los ciudadanos advertían de la presencia de una extraña nube plateada en el cielo y preguntaban si entrañaba algún peligro. Esta nube no era otra cosa que la Vía Láctea, vista por primera vez por los ciudadanos liberados de la contaminación lumínica.

La UNESCO y la Fundación Jacques Cousteau presentaron en 1994 la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Generaciones Futuras; este documento incluía, a propósito de la creciente contaminación, el derecho a un cielo puro.

En 1997, la UNESCO, partiendo de la Declaración anterior, redactó una nueva Declaración sobre las Responsabilidades de las Generaciones Actuales para con las Generaciones Futuras. En 2007 se realizó la primera Conferencia Mundial en Defensa del cielo nocturno y del derecho a observar las estrellas y, en este contexto, se firmó la Declaración Starlight (Luz Estelar) que señalaba en su primer punto, como derecho inalienable de la Humanidad, el tener acceso a un cielo nocturno “no contaminado que permita disfrutar de la contemplación del firmamento”.

A estos encuentros y declaraciones han seguido muchas otras iniciativas persiguiendo el mismo fin. El pasado mes de mayo, con motivo del Día Internacional de la Luz, se publicó el Manifiesto Slowlight para una iluminación pública sostenible, al que rápidamente se adhirieron fabricantes del ámbito de la iluminación y organismos públicos con poder de decisión sobre el equipamiento urbano. Slowlight se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas con meta en 2030. Los promotores de este manifiesto, Coque Alcázar y Raquel Valiño, proponen revisar cada año este documento coincidiendo con el Día Internacional de la Luz para generar debate en torno a este problema.

El consumo eléctrico mundial crece exponencialmente, en paralelo al crecimiento de la población. Aunque en Europa —y en España— la aplicación de medidas para promover las energías renovables y la disminución de la demanda energética está logrando una reducción del consumo, no se han alcanzado los Objetivos de Desarrollo Sostenible previstos para 2020.

Además del compromiso que debemos adoptar los profesionales en la adecuada gestión de los recursos, es importante trabajar para concienciar a las personas acerca de las ventajas de un adecuado diseño de iluminación que evite la contaminación lumínica, el consumo innecesario y la luz intrusa que a menudo se cuela en las casas desde el alumbrado público. La exposición a determinadas cantidades y temperaturas de luz a lo largo del día genera desequilibrios en todos los ecosistemas, poniendo en riesgo la biodiversidad y afectando directamente a la salud.

Observar las estrellas en un cielo libre de contaminación lumínica nos da idea del ínfimo lugar que ocupamos en el universo. Esto no debería ser incompatible con la luz artificial que permite extender nuestra actividad y libertad más allá del horario diurno. Como señala el Manifiesto Slowlight, se trata de crear “espacios nocturnos en armonía, en los que la noche recupera protagonismo, a través de una iluminación calmada, inteligente, saludable, sostenible, confortable y emocional, donde tanto la luz como la oscuridad son protagonistas en el diseño técnico de la escena nocturna”.

Más información en https://www.slowlight.es/

Os invitamos a asistir a la jornada virtual sobre sostenibilidad de la iluminación pública organizada por Slowlight, con la colaboración de la APDI, que tendrá lugar el 18 de mayo.

http://a-pdi.org/encuentro-luz-noche-y-ciudad-slowlight

Texto: Rafael Gavira / Elena Peñalta

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