Cómo leer las características de la luz

Unos breves apuntes

El cálculo lumínico es muy complejo y depende de diversos parámetros, de requerimientos visuales y estéticos y de normativas. Para escoger la fuente de luz más adecuada para cada espacio, hay que saber leer sus características técnicas. Toda luminaria queda definida por una serie de características que describen cuánta luz emite, cómo la emite y con qué cualidad o calidad lo hace.

La creciente complejidad de las fuentes de luz, de las ópticas y de la tecnología asociada, se ve reflejada en todos los datos que se pueden leer en cualquier ficha técnica; sin embargo, hay unos parámetros fundamentales que permiten entender la cualidad de la luz que nos ofrece una luminaria.

El flujo luminoso es la potencia luminosa percibida. Su unidad en el Sistema Internacional de Unidades es el lumen (lm). Tradicionalmente, la cantidad de luz que emitía una fuente se describía a partir de su potencia. Sin embargo, con la llegada de las fuentes LED, tiene más sentido hablar de lúmenes, ya que, dependiendo del resto de parámetros, para una misma potencia podemos encontrarnos con luminarias de distinto flujo luminoso. Como referencia, una luminaria diseñada para espacios de trabajo tendrá un flujo luminoso de unos 2500 o 3500 lm, y una diseñada para iluminar un espacio doméstico y para tareas visuales poco exigentes tendrá 300 o 500 lm.

La temperatura de color se mide en grados Kelvin (˚K) y describe la impresión de color de una fuente de luz blanca. Al contrario de lo que intuitivamente puede dar a entender el concepto de temperatura, en el caso de la luz, cuanto más alta es la temperatura, más frío percibimos el tono de la luz y, al contrario, cuanto más baja sea la temperatura, más cálida nos parecerá la luz. En espacios domésticos, las temperaturas más habituales son 2700˚K o 3000˚K; sin embargo, para otros usos, se emplean otras temperaturas o matices diferentes de las anteriores.

El ángulo de apertura del haz luminoso se mide en grados sexagesimales (˚) e indica el ángulo de emisión del conjunto de la luminaria. Este ángulo se consigue interponiendo físicamente un material opaco entre la fuente de luz y el receptor, o con ópticas más complejas que logran limitar la luz de forma muy exacta a la superficie que se quiere iluminar. Este parámetro es fundamental en iluminación museística y de tiendas, pero también para lograr los ambientes adecuados para cada actividad. Con ángulos mayores de 60˚ obtendremos una iluminación general y homogénea; con ángulos menores de 30˚ conseguiremos iluminaciones de acento.

El índice de reproducción cromática (o CRI) mide la capacidad de la fuente de luz de reproducir los colores en relación con la luz solar. El índice de la luz del sol es 100 y, cuanto más próximo a este se halle el índice de la fuente de luz artificial, más fielmente reproducirá los colores. Actualmente, las luminarias y lámparas que se encuentran en el mercado tienen índices superiores a 80, pero siguen existiendo algunas fuentes de vapor de sodio en iluminación urbana que, aunque poseen un alto rendimiento en cuanto a cantidad de luz por potencia consumida, tienen una reproducción cromática muy pobre.

Para conocer más conceptos relacionados con la luz, os invitamos a visitar el perfil de Instagram abcd.luz, de la diseñadora de iluminación Daniela Viloria.

Texto: Rafael Gavira / Elena Peñalta

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