Factores humanos

La percepción es lo que cuenta

Para lograr un buen diseño de iluminación, es importante entender cómo los humanos experimentan la luz física, psicológica y fisiológicamente. A este análisis hay que sumar las preferencias individuales y los factores culturales.

Cuando un receptor recibe un mismo estímulo durante un periodo prolongado de tiempo, decrece la sensibilidad hacia dicho estímulo. Este fenómeno se llama adaptación. Cuando llegamos a adaptarnos a un estímulo en particular, solo volvemos a prestarle atención si se produce algún cambio. Este proceso afecta, entre otros, al sentido de la vista y es el que permite que veamos con niveles muy bajos de iluminación transcurridos unos segundos desde una exposición prolongada a niveles más elevados. Nuestra percepción de cualquier estímulo lumínico depende del contraste con la iluminación del entorno y de la adaptación a estos niveles de luz.

La diferencia de iluminancia entre un exterior soleado y un interior bien iluminado de, por ejemplo, una oficina puede ser de 450.000 lx: desde los 500.000 lx que regala el sol a los 500 lx normativos de un plano de trabajo. Sin embargo, experimentamos esta transición como una ligera variación de niveles. Esto se debe a que los receptores visuales generan una respuesta a la luz logarítmica y no lineal. A la hora de diseñar es importante tener en cuenta esto ya que, si queremos que un objeto parezca el doble de iluminado que otro que se encuentre próximo, necesitaremos multiplicar la cantidad de luz que recibe por diez y no por dos.

El sistema visual humano tiene, además, una estrategia para funcionar con niveles de luz tan diferentes como los que se dan entre el día y la noche. La detección de colores requiere de muchos recursos de procesamiento, de una gran sofisticación de los receptores del ojo y también de una cierta cantidad de luz. Por la noche, con niveles muy bajos de luz, la detección de colores es desestimada en favor de la visión monocroma más sensible a las diferencias entre luz y sombra. Esto nos permite desenvolvernos perfectamente en situaciones de baja iluminancia cuando es menos importante diferenciar colores.

_02_iguzzini 1

La vista es un sentido muy poderoso que, a menudo, valida lo percibido por los demás sentidos. Un estudio realizado en 2001 por los profesores de la Facultad de Enología de Burdeos Morrot, Brochet y Dubordieu analizaba el poder de la vista sobre los demás sentidos. Organizaron una cata con 54 enólogos; en una primera fase, probaron un vino tinto y otro blanco y, en una segunda fase, los profesores emplearon un colorante alimentario para teñir el vino blanco. Al catar el mismo vino blanco teñido y sin teñir, los enólogos interpretaron el primero como tinto a pesar de que tanto el aroma como el olor de ambos era idéntico. Esto da idea de la importancia de la percepción en la psicología humana.

Por último, la vista está influida por nuestras experiencias vitales y por las interpretaciones que el cerebro hace de lo percibido. En realidad, vemos con el cerebro y no con los ojos. Nuestra interpretación del color y de la luz incorpora referencias personales y culturales. Mientras en países nórdicos la preferencia general es por tonos de luz muy cálidos, en regiones ecuatoriales se prefieren tonos más fríos. Incluso la percepción térmica puede verse modificada por lo que observamos.

Texto: Rafael Gavira / Elena Peñalta


12 / 04 / 2022

Entradas relacionadas

Ultimas Entradas