La luz natural como referencia

El color de la luz

La luz natural varía sutilmente a lo largo del día. Somos más conscientes de estos cambios en las horas cercanas al amanecer y al atardecer, pero las diferencias se deben tanto a la posición del sol como a las cualidades y el color de la luz por lo que las modificaciones se producen continua y paulatinamente. El fenómeno físico que hace que veamos el cielo azul durante la mayor parte del día y anaranjado durante el amanecer y el ocaso es la dispersión de Rayleigh. Los rayos del sol, al entrar en contacto con las partículas que forman la atmósfera terrestre, se dispersan. Las partículas de nitrógeno y oxígeno, las más abundantes en la atmósfera, dispersan más eficazmente las ondas de longitud más corta, que se corresponden con los tonos azules. Cuando la luz solar incide con ángulos cercanos a los 90˚, el recorrido de las ondas de luz es menor y atraviesa una capa de partículas más fina, por lo que vemos el cielo azul. Durante el amanecer y el ocaso, la luz solar incide en oblicuo y debe atravesar más cantidad de partículas que se encargan de dispersar las ondas azules hasta hacerlas menos visibles que las de tonos naranjas y rojos.  Los seres vivos estamos adaptados a estas variaciones cuantitativas y cualitativas de luz que son las responsables de activar los procesos fisiológicos relacionados con el paso del tiempo: también conocidos como ritmo circadiano. Observar la cantidad y la cualidad de la luz natural nos puede ayudar a realizar proyectos de iluminación artificial más ricos en matices y más respetuosos con la fisiología humana. La respuesta más directa del mercado de la iluminación para emular la luz natural son las luminarias con capacidad para variar el tono de luz blanca: blanco dinámico o tunable white. Y aunque han estado disponibles desde la aparición de las primeras luminarias LED, no ha sido hasta hace pocos años, con la mejora del rendimiento de las fuentes de luz y de los sistemas de control, cuando se ha extendido su uso y su oferta. Hotel Royal Hideaway Corales Suites_07 Habitualmente, estas luminarias permiten variar la temperatura de color desde los 2700˚K, más cálido, a los 6500˚K, más frío. Sin embargo, tal y como propone el certificado Well, del que ya hemos hablado en otras entradas, un buen diseño de iluminación debe tener en cuenta la luz natural y promoverla —especialmente en los espacios ocupados durante muchas horas—. La manera más eficaz que tenemos, de momento, de medir el aporte biológico de la luz (su capacidad para impactar en el ritmo circadiano) consiste en emplear como unidad los Luxes Melanópicos Equivalentes (EML) en vez de los Luxes propuestos por las normativas de aplicación en proyectos de iluminación. Esto supone hacer mediciones en planos verticales, en vez de en planos horizontales, para lograr una simulación más realista de la cantidad de luz que incide en los ojos de los usuarios de los espacios diseñados. Elegir la luz natural como referencia da como resultado proyectos más dinámicos e interesantes. Texto: Rafael Gavira / Elena Peñalta

Ultimas Entradas